Es notorio el suceso del error: cuando uno hace las cosas bien, el mundo sigue el rumbo "predecible"; hacemos nuestro trabajo, cumplimos nuestros objetivos, somos normales, lo mismo de siempre. Pero, cuando nos equivocamos, lo interesante no es sólo la equivocación, sino la situación que viene a posteriori: la chance de ser mejores, de superarnos. Saber cómo manejar el error, saber pedir disculpas y hacerse cargo del asunto de la manera correcta nos da una nueva e inesperada fortuna: la de enfrentarnos con el mundo y triunfar. Entonces, equivocarnos un poquito nos hace bien.
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