Como nos gusta el sol en la carita.
El viernes empezó con una cindor laboral, como cualquiera,
pero no siguió como cualquier viernes
(sí como cualquier viernes de este enero).
Nos fuimos, nos vamos, me estoy yendo.
Somos cuatro, mucha carpa tanto mate.
Y es viernes de calor, bien retiro, bien enero,
budín de ciruelas y un poquito de siesta.
Un taxi, un colectivo, tres campings
y fuimos a Actur, al único que nos dijeron que no fuéramos.
(somos así, las chicas, malitas).
Tenían razón: piletón charco pis
y algunos pueblerines con ojos pícaros.
La cuestión fue llegar y encontrar un claro
y armar el departamentocarpapalacio
y salir a tomar litros de cerveza. Y así fue.
Dormimos espaciosa y separadamente,
como en un hotel.
Y el sábado nos despertamos y fuimos seis,
ya no cuatro. Y seis hicieron dos mates,
cinco zambullidos al charco roñoso,
dos caminatas al almacén
y mucha felicidad en un bosque encantado.
Un asado nos encontró con lo mejor de adentro
y afuera el vino iba muy bien con la luna.
Mosquitos y baños sucios no nos doblegaron,
no así como las canciones portguesamente afrancesadas
que empaparon la barranca sanpedrense.
San pedro es pintoresco, es vía crucis,
es escalera del terror y es sol que castiga.
Por suerte, el charco.
Por suerte, las chicas.