viernes, 30 de julio de 2010

Pequeñas historias

Iris es una mujer guerrera. Su espíritu juvenil y su incapacidad total para el rubro culinario hacen de ella un combo formidable. Es más pelirroja de lo que me imaginaba, estatura media, ojos llenos de historia.
Iris se mueve a través de su casa. Siempre está haciendo algo, mueve las manos y los pies a su ritmo interior, que es escurridizo. Disfruta de una copa de vino por la noche y come sólo cuando sus huéspedes le proponen, y básicamente, le cocinan. Su casa tiene siete puertas y ocho perros. Y es un hogar cálido, a pesar de su grandeza. El jardín lo habitan los árboles frutales y los perros. Los perros son su tesoro, uno en particular es el malcriado con manta y plato de comida adentro. Los demás, bien educados, duermen bajo los cielos de San Antonio, aunque todos tienen su cuchita.
La hermana de Iris se llama Delicia Argentina. Afirmativamente, ese es su nombre. Ella explica que tiene que ver con otra época, y otra forma de llamar a las personas. Pero, por más explicación, yo le dije que su hermana se llama como una marca de alfajor que chorrea mucho dulce de leche. Hoy la llamó por teléfono y me dijo:- La estoy llamando a Delicia.
Iris tuvo sus amores. Y qué amores. Guevara es el nombre de su marido, que falleció muchos años atrás en un accidente. Cuando habla de él, los ojos se le achican y el corazón se le ensancha. Me dijo que fue muy feliz con él, pero que su muerte no la hizo más débil; por el contrario fue un nuevo comienzo. Triste, pero un nuevo comienzo. "Lloraba, lloraba, lloraba, vos no sabés lo que yo lloraba". La energía, a fin de cuentas, superó la fatalidad e Iris se volvió personal-trainer. Puso un gimnasio en la entrada de su casa y les gritaba a las personas que se reían mientras ella daba clases. "Soy una loca yo", me contaba. Otros amores aparecieron, pero ella dice que es demasiado independiente para casarse de nuevo y tener que "hacerle la comida a alguien". Las comillas son porque, en todo caso, pediría delivery de pizzas o pastas.
La gente la llama, le traen regalos, la miman, la quieren acá en el pueblo. Me prestó su bici y salí a recorrer las callecitas. Elegí bien la casa, porque se siente como en casa.