miércoles, 28 de julio de 2010

Delivery

Llegué a San Antonio de Areco después de un confortable viaje en micro. Dos horitas, sol por la ventana, Drexler sonando bajito y alguna galletita dulce. Divino. San Antonio me esperaba lleno de luz y silencio. Rueda de bici y pajarito. Divino. El día siguió entre río, mate y libro. Divino. Iris es la dueña de  la casita que me hospeda en estos días. Una casita con 3 habitaciones y 8 perros. Y un jardín gigante que se lleva todos los premios, no sólo por lo verde y su linda amplitud, sino porque tiene esas reposeras que se inclinan junto al cuerpo de uno y que siempre pensé que son divertidas de sentar. Entonces, divino; jugar con los perros, leer sin interrupciones, salvo por el sorbito amargo del mate. Hay bicicletas y motos, como en todos los pueblos, hay iglesia, hay barcitos, hay calles de adoquín. Lo que uno siempre espera encontrar, bien pintoresco, íntimo.
Lo que me hizo sentir más cerca de casa es que Iris me recibió con un plato de fideos caseros, pero pedidos en el "delivery", porque ella no cocina y "le encantan los fideos". Hoy a la noche cocino yo. Ya fui al supermercado, que si siempre es una experiencia que aprecio, en un lugar nuevo tiene un plus de significado.

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