No lo pude evitar, desearlo.
Imaginar, convencerme, tranquilizarme.
Llorar los viernes, llorar los sábados.
Los domingos, morir.
Buscar en colectivos, en bares,
desde ventanas y balcones.
Mirar en internet,
buscar parientes,
leer ediciones viejas de diarios.
Sacar y poner fotos en el corcho,
descorchar un vino y tomar sólo una copa.
Leer fragmentos de novelas que quizás
podrían ser las mías.
Comparar la ropa, probarme camisones,
dormir en la cama del lado derecho,
acurrucada entre la sábana y la almohada.
Salir con la bici,
soltar el manubrio,
desabrocharme un botón,
prender una vela,
mover un mueble,
barrer el polvo,
sacarlo de enfrente,
y que sea lunes,
y volver a vivir.
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