martes, 23 de diciembre de 2008

Un saludo a mamá y a papá y a todos los que me conocen

Llegan, siempre llegan, momentos de reflexión y despedida.
Y si hay despedida hay fiesta y también hay duelo. Así como nunca hay sábado sin domingo.
Hay multiplicidad en la unidad del decir adiós y bienvenida
al mismo tiempo. Hay equilibrio y armonía como en la tragedia griega.
Hay más velitas sobre la torta y más vida sobre mi vida.
Entonces, sí, cumplo veintitrés años.
Cumplo y bueno, listo, ya soy grande. Dejo a los dos patitos detrás,
esperando que el año sea tan lindo como nunca.
Yo nunca hice balances, nunca me interesaron, pero podría
sacar estadísticas de algunos episodios que
empaparon mis veintidós años.
Me amigué con la tecnología, pero me di cuenta de que no me gusta.
Me hice muy compinche del licuado de banana y frutilla
y de la cerveza negra .
Mi mejor compañera fue la bici, que recorrió conmigo
cada recoveco de la capital federal y de sus alrededores también.
Pero también tuve otras companías,
caminé al lado de algunas personas
de esas que te llenan el corazón,
PERO BOCHA EH.
Y ellos un poco lo saben, estoy muy contenta
de que me acompañen en veintidós, veintritrés y ojalá hasta infinito
punto rojo y más allá.
Nunca me sentí tan bien con mi cuerpo,
con mi afro y mis abdominales altos carrasposos.
(además se me fue un poco la panza, que la quiero
pero este año bajó un poquito, je).
Lloré la extensión del Río de la Plata,
o de la avenida Nueve de Julio
y algunas bolsitas ya se me quedan en los ojos
como marcas de que la vida va pasando y no es sólo aire.
Tomé 1 litro de mate por día en el trabajo,
entonces hagan ustedes la cuenta. Tengo más verde
el sistema digestivo, y la cabeza también.
Viajé poco, pero significativo.
Brasil fue mi hermana y mis abuelos,
y eso fue feliz en cama grande y mar azul.
Entonces, yo julieta,
empiezo a ser más grande dentro de un rato
y tengo un poco de miedo, pero nah.
Mi abue me dijo hoy que todavía
no tengo de qué preocuparme. Entonces me tranquilicé
pero pensé: qué feo cuando llegue el momento
en que te digan...y si, piba, preocupate.
Y nuevamente me tranquilicé
porque nadie nunca te dice eso,
la gente miente. Ja, me encanta,
esto de crecer, qué jodido.