SAN LUIS
Un momento muy especial fue la subida al cerro, camino al recital.
La emoción estuvo presente, así como el miedo y la sensación de vértigo.
El camino me hizo acordar al trayecto La paz-coroico. Bordear un cerro en una camionetita, ver toda esa naturaleza imponente alrededor, marearse un poco, que se tapen los oídos y estar ansioso por lo que viene.
La música del Indio nos acompañó durante todo el viaje, pero las canciones que sonaron en la subida fueron las más apropiadas, canciones lentas, intensas, oscuras, penetrantes, así como el camino mismo. Indio y Pacha, uno solo. Y nosotros felices, viajando entre ellos.
Llegamos al predio pre recitalero, con una de las "copas" ferneteras del viaje (botella peligrosamente cortante y sucia). El lugar: un descampado del carajo y un viento tipo Pocahontas que nos llenaba de frío y ganas de saltar alto.
Sentí que estaba por salir yo a la cancha, a vivir algo increible, a realizar una hazaña.
El indio bajó por detrás del escenario con sus anteojitos, siendo tan igual a sí mismo, a su imagen, a la que todos tenemos de él que daba impresión. Es igualito a sí mismo.
Los pogos fueron divertidos, universales, de todo el pueblo. Saltamos y bailamos rock entre ricoteros y la oscuridad del medio de la nada.
La oscuridad fue absoluta en los momentos de no-luces, en el recital, en la ruta y en el supuesto camping al que coco nos llevó.
Coco es un capítulo aparte de esta historia. Es de esos hombres que, por azar, tenemos tanta suerte de conocer. Coco nos armó el viaje, prácticamente. Decidió por nosotros casi todo: los tiempos, los caminos, los lugares, pero sobre todo, decidió que la íbamos a pasar bien, y así fue. Nos consiguió vista al lago, rutas copadas, atajos pícaros, dos mantas, dos almohadas, una camionetita hippie espectacular y fotos supér ochentosas para mirar a la vuelta.
Coco fue un milagro, porque además de todo, manejaba muy bien. Gracias, coco.
Nuestro grupo viajero no se privó de ningún tipo de vicio, pero hay que resaltar lo SANOS que somos, que antes del recital elongamos e hicimos el saludo al sol.
Los chicos tenían una predisposición para hacer fuego y convidar vino, que daba gusto.
Y no nos faltaron chocolates, carne tierna, coca cola ni ayuda para realizar cualquier tipo de tarea.
Para finalizar, doy un panorama del campo semántico de nuestro querido juego "21":
motorhome, hipopótamo, chorro, porro, cinco, matraca, indio, Coudet, nueve, maradona, corazón, fernet, trece, catorce, tuca, dieciséis, patricio, birra, puta, loca y...Perdiste!
Buen juego. Buen viaje.