Para mi las personas que no bailan se pierden gran parte de la felicidad que existe en el mundo. Siempre lo pensé así, porque la euforia de bailar, bastante cotidianamente, no se compara con ninguna otra sensación.
Se puede atacar esta concepción del mundo, claro. Ya lo sé. Porque no es "algo fundamental", pero para mi sí. Bailar y reirse a carcajadas de vez en cuando.
No hay nada mejor que tentarse. Ya lo dijo Aristóteles: reír es lo que nos diferencia de los animales, forma parte de nuestra más recóndita e intrínseca esencia. Mucha aliteración.
Hay gente que nunca se tienta. Que sonríe, pero no se ríe. Que muestra los dientes, pero puede cerrar la boca con rapidez. A mi me gusta el descontrol de los ataques de risa. No tener el mando de tus dientes, de tus ruidos, incluso del dolor de panza.
Yo pienso, pobres. Los que no se ríen. Lo mucho que les falta.
Y volviendo a bailar, hace dos años ya que descubrimos el afro. Amamos el afro. Nos hace tan bien. Nos destroza las rodillas, nos da dolor de cuello, pero nos hace felices.
Ayer bailamos y hoy estamos más risueñas. Entonces se juntaron la risa y el baile. Y es un estado bastante próximo a la misteriosa y desconocida felicidad.
He dicho.
2 comentarios:
leí algunos
(el de abajo me requetegustó)
después vuelvo.
muy lindomuy.
hola juli!
besos,
lu
ah! la foto me da ganas de argarrar ese mate.
Bailar hasta que las piernas y manos nos bailen solas
y reír a carcajadas hasta que nos duela la panza y los cachetes.
gracias por ser parte de eso, julicha.
felicitaciones por blog público :)
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