Ayer tuve mi primer encuentro cercano con un grillo.
Yo llegué tarde con ganas de dormir
y al sacar las almohadas
allí estaba él, tan grillo.
No se si estaba agitado
o simplemente así funciona siempre
pero mecía su pancita
fibrosa, cual insecto de verano.
Lo miré, lo observé, lo medí
durante media hora
(léase de 3:30 a 4 am)
con un toallón naranja en la mano
me acercaba
me alejaba
lo miraba
y así hasta tan tarde.
Controlé mi fuerza
con mi mano no esguinzada
temiendo- en un ataque de miedo-
esguinzarme la otra del susto
y lo atrapé entre la toalla
y la mano sana
y lo arrojé por la ventana.
Dormí pensando en él.
Dormí viendo machas negras
que se movían por mi cuerpo
y no me gustaba.