Siempre me sorprendió de buena manera el fenómeno del nombre: la mayor parte del mundo se llama como su propia cara lo indica. ¿Cómo es posible? Hay gente que piensa que es por costumbre, que al saber que así te llamás, te parece que está bien llamarte así. Yo no soy de esa banda. Yo me juego porque hay una otra cosa, algo más inexplicable, pero fáctico: nos llamamos como nuestras caras. No se aplica en todos los casos, okey, pero conozco personas que no podrían llamarse distinto.
1 comentario:
Claramente no es mi caso
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