CHUCUCHUCHUCUCHÚ
es viernes y viene el Sarmiento a buscarme
a la esquina de casa.
Me mete entre túneles azulados
y toneladas de mantecol y gomitas sinsabor,
me empapa de canciones bolicheras,
y me trae de vuelta
al mundo de nuestros tambores,
y nuestros movimientos alocados
de cabeza y pies y cabeza y cuello y tanta
bicicleta llena de gente nueva;
o no tan nueva porque
seguro que en algún momento sabremos
que todos ya nos conocíamos.
Como al final nos pasa a todos con todos.
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