jueves, 6 de diciembre de 2012


La plaza busca a los niños
y las hamacas avanzan lejanas.
Parecen moverse de la mano
de los huracanes nocturnos.
Mamá empuja alto
y yo sigo subiendo
hasta pasadas las siete.
Un milagro cotidiano
como esperar su mirada
para empezar a llorar.
Existir o no es relativo,
siempre es bueno que nos miren vivir.

1 comentario:

MdS dijo...

¨La felicidad no es real si no es compartida¨ :)