(...)
-¿Te dije alguna vez todo lo que me pasó ese día?
-No, igual me imagino. Tenías una carita.
-Sí, pero eso no fue nada. Me tendrías que haber visto después.
-Ay, pobrecita. ¿Tan malo fue? ahora me siento mal...
-No, no. No fue tan malo, sólo digo. Me hubiese gustado verte después.
-Sos la persona más vos que conozco.
-Y sí, tengo imitadores, pero yo me sé representar mejor que ellos.
(Risas).
-Ya vuelvo.
(Sale)
-Te traje uno chiquito pero con el mejor aroma.
(Jazmines)
-Los chiquitos son los que más y mejor huelen. Divinos. Divino. Gracias.
-¿Vos qué pensás de salir a correr bajo la lluvia?
-Me encanta, hacerlo y pensarlo. ¿Por?
-Pero, ¿cómo hacés? ¿salís cuando llueve o estás corriendo y de repente llueve? porque quizás no te podrías lo mismo... la escena cambia.
-Tal cual. Ojalá la segunda, pero preparado para la lluvia.
-Pero mirá si estaba muy despejado y ni te imaginabas.
-Y te jodés, te mojás, se lo contás a tus hijos.
-¿Los tuyos, los míos...los nuestros?
-Los nuestros, Felipe y Arena.
-¿Arena?
-Sí, uno puede poner lo que quiera ahora.
-¿Y pero si yo no quiero?
-Vos elegiste el de Felipe, él nació antes y fue nuestro pacto. Vos el del varón, yo el de la mujer.
-Pero a esa nena nunca la vamos a poder llevar a la playa.
(Risas)
-¿No te parece injusto que los hombres no nos embaracemos?
-Quizás debería ser uno y uno.
-¿Cómo uno y uno?
-Claro. En nuestro caso, imaginate, yo me embarazo de Felipe, vos de Arena.
-¿Ves? no le podemos poner así, pobrecita. Ni siquiera se entiende la oración.
(Risas y cosquillas)
-Sería más justo, ¿no?
-Sí, no entiendo cómo todavía no evolucionamos de esa manera. Digo, nosotros, los hombres y las mujeres, la sociedad que pierde las muelas de juicio y los dedos chiquitos del pie.
-Las cosas ya son lo suficientemente complicadas así. No hinches.
-¿A vos te salieron ya las muelas de juicio?
-Te digo que es todo complicado, creeme. Me salieron y me sacaron las cuatro.
-Tomaste helado.
-Nunca tanto.
-Dulce de leche granizado y mousse de chocolate, ¿no?
-Fueron tantos días que probé mil gustos. Pero sí, esos siempre estaban.
-¿La gente tendrá estas conversaciones?
-Nosotros somos gente. Pará de diferenciarte. Nosotros hablamos de estas cosas, tenemos dedos chiquitos y muchas muelas.
-Yo muchas veces siento que siento distinto a todos, ¿por qué?
-Por suerte.