sábado, 3 de abril de 2010

Promediando semana santa

Los días pasan como así, pero no. No es todo tan fluído, aunque no tanto también. Digamos que pasa bien, pasa acorde a una planificación urbana y rural armonizante.
Hay tantas cositas llenas de desniveles que semana santa se vuelve menos santa
y más llena de roscas de pascua o pascuo.
El programa radial "Barcelona" ayuda hasta el punto de la reflexión sobre el auto de Martín
y una laguna esperando con sol y choripanes descansa nuestros cansancios.
Nada como una vuelta sin tránsito en el 60, colectivo porteño por excelencia, con mujeres de rulos (y una lacia) y mate aunque no tomemos por terror al pis en viajes de mediano trayecto.
Mucha cumbia y alguna silla rota entre paredes palermitanas que seguiremos viendo por tanto tiempo pero simulamos despedirlas para seguir festejando, descontando el delivery que sopló viento en contra, afrontémoslo: no es tiempo de superhéroes como alguna vez lo supo ser allá por el 2007, cuando menos rulos y más puan 480.
Dormir a las ocho y manejar a las once no parece lo mejor, pero sin embargo no soy de confiarme: fue la mejor clase, con calles despejadas y una cancha de Atlanta impenetrable.
Villa crespo dicen se llenará de graffitis anónimos insistiendo con la recuperación de la pertenencia a la tradicional jerga y no a la nueva impuesta por las inmobiliarias y los outlets. No insistan, gente. Somos de villa crespo, ya lo dice mi grupo de facebook.
Entonces seguimos con los encuentros de tarde, una merienda con pastafrola (uopa! mi paladar encuentra nuevos rumbos inesperados entre membrillos y batatas), claro que siempre un amargo acompaña la deglución correspondiente.
El barrio chino me hizo gastar cien pesos en cosas que en menos de dos meses supongo van a estar guardadas en un cajón, salvo la mostaza del viejo y la provenzal de la vieja.
El té de jazmín espera guardadito en el mueble verde, pero promete un invierno sabrosón y dulce. Toda Arribeños es la calle dealer de esos gatitos que saludan con la mano, son dorados por lo general.
Como nunca y como siempre, no podía faltar el trío de amigos que son tan divinos que la gente los aplaude incluso al caerse del cajón peruano, tan adorables ellos llenos de pititos y pitones, siempre tocan y por primera vez les regalaron pizza y fernet, la casona se puso. Yo igual salí corriendo, cada vez me gustan menos las multitudes amontonadas sobre los pies de uno.

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