Un cartel de esperanzas,
desde el norte.
Hay otro, sí. Y lo bueno es que
no importa de qué está hablando,
siempre es bueno que haya algo-otro.
Me parece rotundamente positivo,
se lea como se lea.
Y la incompletitud,
los puntos suspensivos,
el libre albedrío de imaginaciones
nos permite pensar que sí hay Otro.
Y que el cartel no esté completo,
es lo que por lejos lo convierte
en el mejor cartel que alguna vez vi (y señalé).
Porque yo pensé qué otros podía haber
y desde hace cinco años no paro de completar esa frase en mi cabeza.
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